Acá pongo mis dibujos, historietas y demás cosas. Los años de fracaso como dibujante comercial me liberaron por fin para poder dibujar lo que se me da la gana.
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Oiga, es casi una ley entre los caricaturistas no aclarar de quién se trata la caricatura, con ello, al observador le quedará clara la confianza que el caricaturista se tiene a sí mismo y al caricaturista le quedará claro que el observador sabe apreciar el estilo artístico antes que los parecidos. En su caso, además, estamos hablando de un artista consumado que ya debe dar por descontado de antemano que el observador reconocerá, por un lado al caricaturizado sin dudarlo, y por el otro, el arte que despliega con brillante naturalidad. Dicho esto, sepa usted que yo no me voy a poner a adivinar quienes son los retratados. Ahora, por una cuestión de derechos adquiridos y la amistad que hemos forjado... ¿Me deja patear primero?.
Miolnir, dibujante argentino. Nace a los cinco años y es abandonado en un estero del litoral. Allí es criado por una familia de carpinchos, quienes hacen muchos sacrificios para mandarlo a la facultad, y el tipo en vez de aprovechar, iba a boludear y a levantar minitas.
Salen con fritas
ResponderEliminarOiga, es casi una ley entre los caricaturistas no aclarar de quién se trata la caricatura, con ello, al observador le quedará clara la confianza que el caricaturista se tiene a sí mismo y al caricaturista le quedará claro que el observador sabe apreciar el estilo artístico antes que los parecidos. En su caso, además, estamos hablando de un artista consumado que ya debe dar por descontado de antemano que el observador reconocerá, por un lado al caricaturizado sin dudarlo, y por el otro, el arte que despliega con brillante naturalidad. Dicho esto, sepa usted que yo no me voy a poner a adivinar quienes son los retratados. Ahora, por una cuestión de derechos adquiridos y la amistad que hemos forjado... ¿Me deja patear primero?.
ResponderEliminarSus caricaturas me parecen magníficas, Miolnir, verdaderamente magníficas.
ResponderEliminarLe agradezco sus palabras generosas como siempre, Tomi. Péguele usted primero, amigo, pero el rebote es mío.
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